Adultos Mayores: “Rompecabezas”

El Dr. Claudio Ubertino Rosso. habló en su columna acerca de: En este ejercicio de armar una columna o comentario semanal, trato de buscar temas que inicialmente sean de interés para el colectivo adulto mayor – que ya formo parte – y también otras cuestiones de movilicen a la reflexión general de quienes escuchan el programa.
Revolviendo mi biblioteca, di con un libro que me gustó mucho “ PARA LEER AL PATO DONALD – Comunicación de masas y colonialismo “ de Ariel Dorfman y Armand Mattelart, Siglo Veintiuno Editores. ( Biblioteca Esencial del Pensamiento Contemporáneo ).
Este libro apareció en la década del setenta, sus autores son chilenos, generó un terremoto cultural que traspaso la cordillera y otras fronteras, para luego estar prohibido y perseguidos sus autores, en una época brava aquí en el Sur de América.
La cultura de muchas personas que hoy rondan mi edad – 60 – y un poco más, vivieron el impacto del avance de la cultura norteamericana a través de dos medios que ingresaron en nuestras vidas, el cine y la televisión.
Era muy común que las carteleras de cine intercalaran películas argentinas – que había buenas – y las norteamericanas, los canales de TV metían series y dibujos animados de esa misma nacionalidad doblados al español por cubanos, buscando entretenimiento a las masas de estas latitudes.
El libro que nombro va más allá de entender la idea de entretener, sino la de discutir la introducción de una cultura y un modo de vida distinto, la aceptación acrítica de dichas pautas de un mundo al que no pertenecemos e intentan meternos.
Donald, uno de los personajes de Disney, es la metáfora de un pensamiento que penetró sensiblemente en los niños a través de todos los canales de formación de su estructura mental, como manifestación simbólica de una cultura.
Tío Rico, los sobrinos del Pato Donald, Daysi y todos los sub personajes que iban apareciendo tanto en los episodios, películas y las revistas de comics que comprabámos como pan caliente, fueron formativas.
Siempre hay entre las personas que caminan por esta tierra que se parecen o asemejan a aquellos de las historietas de Disney. Otras de las cualidades de los personajes, al no estar engendrados en un acto biológico, aspiran a la inmortalidad, por mucho que sufran en el transcurso de sus aventuras han sido liberados del tiempo en sus cuerpos.
En este mundo Disney, que debe ser aceptado como natural, normal, regular e infantil por autonomasia, bajo línea en criterios sobre principios éticos y morales.
Soy de esa generación, no lo niego miraba todas las películas y leía las revistas de historietas que me compraban o canjeaba, por que como dice otro de los libros que encontré en los anaqueles de mi biblioteca, “ LA VIDA SECRETA DE LA MENTE – Nuestro cerebro cuando decidimos, sentimos y pensamos – de Mariano Sigman de Editorial Debate , en su capítulo 1ro. indica: “ De todos los lugares que recorremos durante la vida, el más extraordinario seguramente sea el país de la niñez. Un territorio que desde la mirada retrospectiva de la adultez se vuelve cándido, ingenuo, colorido, onírico, lúdico, vulnerable. Es curioso, Este país del que todos fuimos ciudadanos es difícil recordar y reconstruir sin desempolvar fotos que, a la distancia, vemos en tercera persona, como si aquel niño fuera otro y no nosotros mismos en otro tiempo. Ni que hablar de la primera infancia, que de tan lejana y borrosa se vuelve pura amnesia.”
Este rompecabezas que es la vida cotidiana, con las transformaciones propias de cada época, fueron apareciendo y desapareciendo en nuestro país otras revistas que moldearon a niños, niñas, de los cuales me incluyó también, me refiero a las revistas Billiken y Anteojito.
La primera, inició su circulación en el mes de Noviembre de 1919 y dejó de aparecer por el año 2019, en cambio Anteojito incia su recorrida en los kioscos en 1964 dejando de circular por el año 2001, ambas revistas formaban parte de nuestras tareas escolares durante la primaria, y como dice la historiadora británica Lauren Rea en un reportaje que le realiza la Revista Cultural Ñ el pasado 25 de Mayo del cte. año, autora de una investigación que hoy se divulga en un libro: LA HISTORIA DE BILLIKEN, CULTURA INFANTIL Y CIUDADANIA EN LA ARGENTINA – 1919/2019 Editorial Sudamericana, “ Billiken, tijera y plasticola solían ser una compañía ideal en las tardes de deberes de la larga infancia, estudiar jugando o jugar aprendiendo.”
La entrevistada historiadora británica, máster en estudios latinoamericanos de la Universidad de Cambridge, alude que “ fue la gran revista infantil que persistió durante un siglo y en la que, a pesar de estar dirigida al público de la escuela primaria ( alumnos y maestros ), se podía leer el paso de la vida cotidiana, la historia, el tiempo político -en algunos gobiernos más que otros – , en definitiva, la transformación lenta y permanente del mundo.”.
Persisten polémicas sobre el origen del nombre, la revista fue creada por el empresario uruguayo Cosntancio C. Vigil, que con el tiempo constituyó un conglomerado editorial llamado Atlántida – que publicaba en otras revistas como EL GRAFICO en 1918 y PARA TI en 1922, y luego en 1965 apareció GENTE.
Ambas revistas han sido objeto de estudios, monografías, artículos académicos, en el caso de este libro que habla de Billiken, se rastrilla la historia de la revista para contar la transformación, el devenir de los cambios y momentos claves de nuestra historia del siglo XX.
Según cuenta la historiadora, Vigil – el dueño de editorial Atlántida – buscaba crear una revista para cada integrante de la familia tipo argentina, ósea el Grafico para el hombre, PARA TI para las mujeres y Billiken para los niños y niñas.
En esa construcción de la niñez, desde 1919 a 2019, Billiken evidencia los roles sociales, en especial los de género, de los niños y los de papá y mamá.
La vida en el hogar es parte del paquete escolar, según la autora se ve la transformación que va teniendo la familia argentina a través de las notas que van a apereciendo en la revista.
En cambio Anteojito, es producto posterior a la aparición de los dibujos animados televisivos de Anteojito y Antifaz y su troup de otros personajes ( hijitus ( que era un superhéroe que vivía en un caño con su simpatico perro Pichihus, el Profesor Neurus, Largirucho, Oaky ( tiro lió y cosa golda ), su papa Gold Silver, la vieja Cachavacha, siguen otros, su creador el español Manuel Garcia Ferre, quien originariamente fue dibujante en la mítica Billiken con el comic Pi – Pio, para luego crear este fabuloso proyecto editorial y cinematográfico, falleciendo en el año 2013.-
Esta nueva revista compitió ganándole la pulseada a la histórica Billiken, no obstante ello, siendo ayudado por el boom de la televisión – en blanco y negro – inicialmente con El Club de Anteojito y Antifaz ,para luego además de la revista aludida, se añaden las películas con los dibujos animados de su creación terminando ser un rotundo éxito, destronando a la competencia.
Con Anteojito, también como dice Martin Ahira en el Archivo histórico de las Revistas Argentinas, se constituyó un fenómeno cultural por su estrategia expansiva a través de diferentes medios de comunicación entre ellos Canal 9 con el Zar del medio Romay y otro propietario de una editorial fuerte para aquellas épocas, Julio Korn, que obviamente competía con editorial Atlántida.
Un poco a lo Disney, Anteojito y su tio Antifaz, eran los personajes principales de Trulala, y con ellos un universo de personajes propios de una ciudad, que es un mundo.
Ambas revistas creadas para entretener y estudiar a la niñeces argentinas ,marcaron épocas, formando generaciones, bajando línea, contando la historia – un poco edulcorada – , pero en definitiva intentando ser un elemento formador de ciudadanía, no extranjera como en el primer caso que Ariel Dorfman nos cuenta “ Como leer al Pato Donald “.
Entónces, queridos oyentes, voy rompiendo este rompecabezas con algunas palabras que me quedaron en mi memoria, que no son en inglés o en un doblado en español cubano, por leer también estas revistas.
Les digo hasta la próxima, con un intríngulis chingulis, fu fu y chucu chucu chucu.

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