Adultos Mayores: “Cuidados”

El Dr. Claudio Ubertino Rosso habló en su columna acerca de los “cuidados” .

“Los cuidados son parte de la cotidianeidad de las personas. En las distintas etapas de la vida todas y todos los brindamos y/o los recibimos, ya sea de manera directa o indirecta.
Podemos definir el cuidado como las tareas indispensables para satisfacer las necesidades básicas de existencia y reproducción de las personas, que brindan los elementos físicos y simbólicos que permiten vivir en sociedad.
La gestión de los cuidados implica un trabajo en sí mismo, aun cuando la acción la realice otra persona, porque supone, entre otras cosas, coordinar horarios, asignar tareas y asegurar los insumos necesarios. En esta definición se incluyen la atención directa a otras personas, las acciones previas para poder realizar otros cuidados (como las tareas domésticas), el autocuidado y la gestión del cuidado, en particular, cuando se deriva a otras/os o a instituciones, por ejemplo, cuidadoras/es, residencias para adultos mayores, etc.
El cuidado permite cubrir las necesidades de las personas que requieren atención por su edad y/o por sus condiciones/capacidades (niñas y niños, mayores y personas con alguna enfermedad o discapacidad), y también de las que podrían auto proveérselo pero los reciben de otras/os .
Por ser una actividad humana fundamental, el cuidado debe entenderse como una necesidad, como un trabajo y como un derecho. En este sentido, tendría que ser una responsabilidad socialmente compartida por todos y todas.
¿El cuidado efectivamente es responsabilidad de todas las personas? La gran mayoría de las tareas de cuidado se desplazan a las familias y, dentro de ellas, mayoritariamente son las mujeres quienes se encargan de realizarlas puesto que está social.
Las tareas de cuidado constituyen trabajos socialmente feminizados, tradicionalmente establecido que es su responsabilidad: suele ser un trabajo exclusivo de las mujeres, quienes son en general las principales responsables de garantizarlas.
A esto se suma que estas no suelen ser remuneradas, es decir, las que dedican tiempo al cuidado de otras personas rara vez reciben una retribución económica a cambio. Al mismo tiempo, existen trabajos remunerados que implican tareas de cuidado, como los que realizan las trabajadoras de casas particulares (que están regulados desde hace algunos años), las trabajadoras comunitarias –este trabajo en ocasiones no es pago– y las trabajadoras de la salud y la educación, quienes, generalmente, perciben salarios bajos por esas tareas.
Es fundamental promover la visualización de los cuidados como responsabilidad social compartida por el Estado, la comunidad, el sector privado, las familias y todas las personas que en algún momento de la vida necesitamos cuidar y ser cuidadas: cuidar y recibir cuidados son derechos”.
Lo leído hasta el momento lo dice el Cuadernillo Nro. 9 – Hacia una Distribución Igualitaria de las tareas de Cuidado, del Ministerio de la Mujer, Políticas de Género y Diversidad Sexual de la Provincia de Buenos Aires, que pretende generar en la población bonaerense la idea de una metamorfosis en la sociedad, comprendiendo y haciendo que las tareas de cuidado sean repartidas entre hombres y mujeres indistintamente.-
En la necesidad de ir armando un engranaje de entendimiento que las tareas de cuidados es un arcoíris variopinto, amerita ir identificándolas, establecer su especificidad , capacitación , su paga y reconocimiento.
El maternar, se aprende en la práctica de cursar el embarazo, el parimiento, el amamantamiento y por ende el cuidado del hijo/a recién nacido/a, en donde ineludiblemente se construye un vínculo imposible de disociar – madre/hijo/a.
La crianza de la criatura después bien puede compartirse con el otro u otros, pero la primera etapa, es vital para todo ser humano.
Entendámoslo bien la crianza es una cosa y los cuidados son otra, la crianza tiene todo un basamento que confluyen cuestiones éticas, morales, géneticas, culturales, espirituales y sociales del grupo social individual, en cambio los cuidados lo cruzan transversalmente con otros efectores públicos y privados en donde el Estado tiene un rol participativo importante.-
En el libro SABER ACOMPAÑAR ( Guía para cuidadores y familiares de personas con enfermedades del cerebro – Fundación INECO – Editorial Ateneo Año 2021 ), en su prólogo el destacado Médico Facundo Manes, plantea el Cuidado en Acción, diciendo: “ Todos, en una u otra medida, necesitamos de los demás. Pero hay quienes tienen mayores limitaciones para cuidarse a sí mismos y requieren de la presencia y acción más frecuente del otro.”
En la Introducción del libro los autores los Dres. Teresa Torralva, Diana Bruno, Agostina Ciampa y Julián Bustin, plasman la idea que el cuidado está desvirtuada, moviéndonos con el siguiente ejemplo: “ Hace años, un estudiante le preguntó a la antropóloga Margaret Mead cual consideraba ella que era el primer signo de civilización en una cultura. El estudiante esperaba que la antropóloga hablara de anzuelos, ollas de barro o piedras de moler. Pero no, ella dijo que el primer signo de civilización era un fémur que se había roto y luego sanado. La antropóloga explicó que en el reino animal, si te rompes una piernas, te morís. No podés huir del peligro, ir al rio a tomar algo o buscar comida. Eres carne de bestias que merodean. Ningún animal sobrevive a una pierna rota el tiempo suficiente para que el hueso sane un femur roto se ha curado es evidencia de que alguien se ha tomado el tiempo para quedarse con el que se cayó, ha vendado la herida, lo ha llevado a un lugar seguro y lo ha ayudado a recuperarse. La entrevistada concluyó que ayudar a alguien más en las dificultades es el punto donde comienza la civilización.”
Los cuatro autores del libro aludido, dicen que esta frase aparece en un texto de un médico estadounidense – Ira Byock – que se dedica a los cuidados paliativos, y en la divulgación de saber acompañar, entienden que “solamente vamos a llegar a construir un estado de bienestar personal, familiar o una sociedad más civilizada cuando podamos ayudar y acompañar adecuadamente a las personas – con cualquier tipo de enfermedad – , ese lo podemos realizar si estamos empoderados y libreres porque tenemos conocimientos e información necesaria para poder preguntar, acompañar, cuestionar, empatizar o lo que corresponda en cada momento del trayecto para lograr una mejor calidad de vida de las personas.”
El pasado 7 de junio, el Diario Página 12, una columnista del espacio EL MEGAFONO , la Abogada Paula Eugenia Rodriguez escribe sobre “ Los cuidados como derechos humanos “, dice que: En enero de 2023 el Estado argentino solicitó a la Corte Interamericana de Derechos Humanos que determine con mayor precisión qué se entiende por el derecho al cuidado en sus tres dimensiones, el derecho a cuidar, a recibir cuidados y a autocuidarse.
Los datos recolectados por organismos internacionales señalan que la mayoría de los hogares monoparentales están encabezados por mujeres que asumen las responsabilidades económicas y de cuidados de niños, niñas y adolescentes; personas adultas; enfermas o con discapacidad, realizando el grueso de trabajo de cuidados no remunerados.
La solicitud pretende que se establezcan los alcances que tiene considerar a los cuidados como derecho humano, así como las obligaciones que, en consecuencia, son exigibles a los Estados parte de la Corte, con el objeto de acrecentar las políticas públicas en la materia y contribuir a disminuir la brecha de la desigualdad de género en la región.
En enero de 2024, la Corte emitió una Resolución en respuesta a la solicitud de Opinión Consultiva presentada por nuestro país, mediante la cual se invitó a los Estados miembros de la OEA, a la Comisión Interamericana y a otros interesados a participar en las audiencias públicas que se llevarían a cabo en marzo, con el propósito de escuchar los argumentos orales de Argentina -en su carácter de país solicitante- así como las observaciones de los países participantes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, organismos internacionales, organismos estatales, organizaciones no gubernamentales, instituciones académicas y personas de la sociedad civil que habían presentado observaciones escritas.
La delegación argentina contó con la participación del secretario de Derechos Humanos del actual gobierno, quien encabezó la delegación del Estado argentino y avaló la solicitud presentada por el entonces Ministerio de Mujeres, Género y Diversidades, cuya des jerarquización llevada a cabo por el propio gobierno, también fue denunciada.
Durante los tres días de audiencias, la diversidad de miradas sobre el cuidado y todas sus complejidades tomaron el protagonismo. Las y los jueces practicaron la escucha activa y realizaron diferentes preguntas, quienes además destacaron la importancia del Amicus Curiae colectivo.
70 delegaciones que participaron, todas defendieron el derecho a cuidar, a ser cuidado y al autocuidado, sosteniendo que el cuidado es un derecho humano y peticionaron a la Corte por su reconocimiento pleno. Actualmente, se está a la espera de las conclusiones de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
En síntesis, es muy interesante la trama del cuidado, muy abarcativa, no podemos reducirla a un sector específico, pero hoy el tema hace mucho ruido, ya que muchas familias sus redes están reducidas significativamente para cuidar, debiendo depender de terceros, que si bien tienen las mejores intensiones, pero sin una capacitación previa y/o una necesaria reputación para imprimir confianza en la delegación de dicha tarea. A ello se suma que debemos considerar que esas tareas es una actividad que merece jerarquizar con una adecuada paga.
Para ir cerrando esta columna, – que volveremos en más de una oportunidad para hablar de los cuidados – transcribo una frase de un libro que estoy leyendo de a tirones, que me lo recomendó mi psicólogo, su título : FRAGILES, Cartas sobre la ansiedad y la esperanza en la nueva cultura, su autora Remedios Zafra ( Editorial Anagrama – Serie Argumentos), en el Prefacio que lleva el título Sobre la fragilidad y la nueva cultura, dice: “ En la fragilidad que esta conciencia despierta cabe la tentación de protegerse en el agujero de la habitación conectada, arropados de estímulo y y pantallas, evitar tocar o que te toquen, caer o que algo te caiga, infectar o que te infecten, pero es la socialidad lo que hace humana la vida, una socialidad con cuerpos adjuntos y frágiles, que enferman o padecen y necesitan la mano y la espalda del otro. Es en la necesidad solidaria de los otros donde la fragilidad se hace costura comunitaria, en la vulnerabilidad reconocida que el sujeto se obliga a frenar y a sostenerse en los que están cerca. “.


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