El Dr. Claudio Ubertino Rosso, habló en su columna acerca de :
PERSONAS PAS ( con “s” )
Para Navidad 2023 recibimos mi compañera y yo de regalo de nuestros hijos un libro cuyo título es : COMO HACER QUE TE PASEN COSAS BUENAS de la Psiquiatra Española Marian Rojas Estapé ( Editorial Espasa), la experta intenta hacernos entender la importancia de aprender a enfocar la atención y descubrir pautas para combatir miedos, angustias y como canalizar las emociones negativas que te bloquean física y mentalmente.-
En sus páginas da ideas para vivir en forma sana el presente, habiendo superado las heridas del pasado y mirando con ilusión el futuro. La autora dice que muchos de los trastornos que padecemos provienen de la incapacidad para gestionar nuestro presente y la felicidad no es lo que nos pasa, sino como interpretamos lo que nos pasa.
En el capítulo 4 que lleva el título NI LO QUE PASO, NI LO QUE VENDRA, SUPERAR LAS HERIDAS DEL PASADO Y MIRAR CON ILUSION EL FUTURO, nos lleva a reflexionar sobre dos sentimientos bravos: EL PERDON y LA COMPASION.
El perdón como acto de amor, actitud superior ante los demás y ante la vida. No elude la dificultad de perdonar determinadas conductas, ya que destaca que perdonar es un acto de nuestra voluntad y solamente el que sufre esta calificado para tomar esa importante decisión. La autora califica al perdón como un trampolín , un puente seguro para la liberación del dolor, pero que en muchas ocasiones resulta imposible.
Al hablar de la compasión, la experta dice que “ es la empatía , es sentir lo que siente otro, ponerse en el lugar de otra persona, literalmente – sufrir juntos -, es una capacidad que eleva a quien la ejercita. No solo entendes el dolor que atraviesa el prójimo, sino que conectas con su sufrimiento, intentando emplear todas tus herramientas personales para ayudarle a salir adelante “, sigue diciendo la autora: “ trabajar la compasión desde el corazón tiene efectos maravillosos en la mente, en el cuerpo y en la relación con los demás. Es una manera de liberarse de la rabia y del odio, aportando paz y equilibrio.”
En el capítulo 5 del libro titulado VIVIR EL MOMENTO PRESENTE, te invita a pensar si somos personas PAS ( con la letra ese ), sigla que significa PERSONALIDAD ALTAMENTE SENSIBLE. Indica algunos rasgos de esta personalidad: tener un sistema nervioso más sensible y percibimos con mayor intensidad los cambios y detalles del entorno, alterándonos como por ejemplo el sueño, los estados de ánimo y por ende nuestras emociones -positivas o no -.
Esta parte del libro que referencio me movilizó en pensar si soy una Persona PAS. Creo que sí lo soy, también estimo que muchos más también , si bien hay una buen número de personas “ menefreguistas “ ósea que nada le importa, nada les conmueve, es alto el porcentual de gente que las emociones las hace trastabillar o la sube como en un ascensor de alegría y felicidad.
También me pregunté como me moviliza las dos palabras iniciales comentadas en lo personal. Recuerdo una frase de mi viejo respecto al primer sentimiento aludido: Rencoroso no soy, pero tengo memoria. Toda una filosofía de vida. Me cuesta correrme de esta definición, me identifico con ella. En cambio con la compasión, tanto por mi profesión y mi labor como funcionario publico, constituye una de mis herramientas que utilizo a diario cuando tengo que intervenir en cuestiones difíciles que se presentan tanto aquí en la Municipalidad, en la Universidad y/o en mi estudio jurídico.
Vuelvo a la frase de mi papá: RENCOROSO NO SOY, PERO TENGO MEMORIA, aparece esta última palabra, MEMORIA, la que me lleva a mis otros tiempos, no a este presente, y ahí voy hilvanando como el pasado me obliga a repensar situaciones vividas en los personal, que me hicieron feliz o me entristecieron, como gestioné mis emociones con esa dicha o como trabajé la molestia de una situación o circunstancia difícil. Un día le pregunté a papá el porque de esta frase, y me respondió, preguntale a tus nonnos.
La curiosidad me motivó mientras ellos vivían que significaba, me resumieron su vida de agnósticos y antifascistas, las penurias que pasaron ambos como partisanos en una Italia sumergida en la 2da guerra mundial , por ello al terminar la contienda, con lo puesto y con mi papá de la mano, cruzaron el ancho atlántico para vivir otra vida, pero con su memoria anclada en sus montañas, su familia, tantas otras cosas que dejaron.
Entonces en ese balance o equilibrio entre lo ocurrido tiempo atrás y este presente, ¿como hice yo para que me pasaran cosas buenas?, ¿como fui a buscarlas?,¿ como diagrame mi proyecto de vida?, fue algo automático?, o un trabajo interno o una ayudita del destino o de Dios?. ¿ Supe perdonar? ¿ Fui compasivo o solo actué un personaje?.
Estas dudas que me movilizan en lo personal, también me interrogan que le pasará a otros que por circunstancias duras que les ha tocado en la vida ¿ como lo habrán hecho?.
Leyendo la semana pasada una de las notas del bisemanario local, que da cuenta de la sentencia dictada por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal de La Plata Nro. 1 de fecha 26 de Marzo de este año, en donde se juzgaron apremios ilegales durante la dictadura militar, siendo victimas 610 denunciantes, fijando la pena a los autores materiales de este delito de lesa humanidad que los identifica con nombre y apellidos. El medio local da cuenta de algunos nombre de vecinos que forman parte de esos 610 casos, omitió a otros, por ello en esta columna, quiero nombrar al Caso 49, el de Héctor Aurelio Pighin.
Héctor Aurelio Pighín, vivió su infancia y juventud en frente de esta radio pública municipal, su adultes lo mudó aquí a la vuelta, junto a su compañera de vida Antonia y a sus tres hijas. Operario metalúrgico, delegado gremial, activo integrante de la Juventud Obrera Católica (JOC) y del Movimiento de Cursillos de Cristiandad, pero para quienes hicieron el golpe, era una persona que había que acallar. Se lo llevaron y después de unos meses lo largaron maltrecho tirado en un ruta, salvándose de ser un desaparecido más.
En una de las frases que escuché de el, fue esta: “A mi me salvó la cruz del cursillo “, si la cruz plateada de un Jesús crucificado, emblema de este movimiento católico , en donde confluían y siguen confluyendo un arcoíris de personas , hombres y mujeres, que como pueden llevan una vida pegada al evangelio, que no es para nada fácil.
“Morcha”, como era cariñosamente llamado por familiares y amigos, se rehízo, siguió viviendo donde se lo llevaron aquella vez aquí a la vuelta nomás, progresó con un nuevo trabajo de plomero – gasista, siguió al lado de Antonia y crio a las tres gurisas – Miriam, Cecilia y Malvina -, pudo ver crecer a su familia con sus nietos, pero partió hace unos años, sin poder leer y/o escuchar la sentencia del pasado 26 de Marzo de este año, en donde se impuso una sanción ejemplar a quienes se ensañaron con el y otros tantos más .
No me puedo imaginar como hubiera reaccionado el ante esta sentencia, pero si soy testigo de las sensaciones que transita su compañera, sus hijas y nietos.
Ahí entiendo entonces lo que dice la autora del libro comentado Marian Rojas Estapé cuando habla del perdón, la compasión y la personalidad altamente sensible, también de la otra palabra Memoria, que incluyo, todas son disparadoras de sentimientos y emociones dispares.
Esta sentencia creo es una cosa buena, tardo su tiempo, se hizo justicia para 610 personas, muchas no la han podido festejar, celebrar o agradecer, como el caso Nro. 49 de Héctor Aurelio Pighin o Morcha, pero queda en la Memoria colectiva , que es lo que vale, Memoria para que no vuelvan a ocurrir estas cosas, para que los hijos y nietos de los que no pudieron escuchar o leer esta sentencia, digan SE HIZO JUSTICIA.